¿Hacia dónde vas?

«Homo liber de nulla re minus quam de morte cogitat et ejus sapientia nos mortis sed vitae meditatio est«.

-Baruch Spinoza

Queridos(as) lectores(as):

Hace algunos días que mi actividad onírica está por los suelos y ciertamente no me encuentro en el mejor de los momentos para ofrecer un noble intento de claridad sobre algunos temas. Pero no hay que alarmarse. Los que llevamos una vida «filosófica» entendemos y comprendemos todo y a la vez nada; se trata de una naturaleza aún más conflictiva que nos lleva a interminables debates sobre las cosas. Por eso es que he querido comenzar este encuentro con la cita del célebre filósofo holandés, que traducida nos dice: «El hombre libre en lo que menos piensa es en la muerte, y su saber no es una meditación sobre la muerte sino sobre la vida». ¿De qué nos sirve pensar algo que no sabremos nunca con exactitud?

Recordaba entonces una de las máximas del Oráculo de Delfos: «Conócete a ti mismo». ¿Y quién quiere tal cosa si no se quiere enterar de lo que se tiene que enterar? La verdad es hermosa cuando no nos jode, ¿no creen?

Viaje a Sorrento

1876 es el año en el que se lleva a cabo una de las más impresionantes metamorfosis de la Historia de la intelectualidad Occidental. En aquel año, por invitación de Malwilda von Meysenbug, el filósofo y filólogo alemán, Friedrich Nietzsche, realiza su famoso viaje al sur de Europa, específicamente a Sorrento, Italia. Además de tratarse del momento en el que las más importantes notas del futuro libro, Ecce homo (Humano, demasiado Humano), fueron escritas, se trata de una verdadera transformación del pensamiento de nuestro autor. En sus propias palabras encontramos lo siguiente: «A los lectores de mis escritos precedentes, quiero manifestar de forma expresa que he abandonado los puntos de vista metafísico-artísticos, que en esencia están en ellos: son agradables, pero insostenibles»(Fragmento póstumo 23).

Sorrento

Durante este viaje, tal como nos relata Paolo D’lorio en su libro El viaje de Nietzsche a Sorrento, encontramos una respuesta que quizá muchos buscamos en la actualidad:

«Desde la terraza de su habitación, frente a Sorrento, el filósofo ve la isla de Ischia, isla volcánica, lugar real e imaginario que le serviría de modelo para las ‘islas afortunadas’, las islas de los discípulos de Zaratustra. Las islas afortunadas son las islas del futuro, de la esperanza, de la juventud. Y es eso exactamente lo que Nietzsche vuelve a descubrir en medio de los tormentos de su enfermedad: las visiones, los proyectos, las promesas de su juventud. No como vestigios de un pasado de ahora en adelante enterrado, sino como voces que llegan del pasado para volver a llamar a aquel que desespera y que se ha equivocado de camino, como es el camino futuro de su vida»

Si pretendemos olvidar el pasado en nuestras vidas, cometemos el error de querer empezar de nuevo sin experiencia alguna, cosa que el mundo nunca nos perdonará. En el pasado radican muchas claves que nos pueden ayudar a mejorar el presente e intentar apostar por un futuro mejor. No es regla, pero es una respuesta.

Psicoanálisis para combatir el engaño

Desde hace tiempo he insistido mucho en la importancia de ser sinceros con el mundo, pero empezando por ser sinceros con nosotros mismos. Precisamente a esto nos ayuda el psicoanálisis. De hecho, en una pregunta que le hicieron a la psicoanalista austriaca-argentina, Marie Langer, ella contestó: «¿Y por qué el psicoanálisis? Porque sirve. Sirve para entenderse mejor a sí mismo y al otro. Sirve también para casi no mentirse más». Recordemos que la lucha de Sigmund Freud era en sí contra las (malas) ilusiones que sólo generan un profundo malestar en el ser humano. Una de esas ilusiones es la del autoengaño que nos pone en una situación donde nos sentimos fuera de nosotros, de lo que realmente somos, para estar bien con los demás. El querer encajar es algo que puede dañarnos de maneras impensables. Uno encaja perfectamente en su propio lugar, por lo que no se trata de eso, sino más bien de compartir lo que soy, lo que son, lo que somos.

Marie Langer

Resalta esto en la respuesta de Marie Langer de «para casi no mentirse más». Para ello hay que considerar la otra sentencia del Oráculo de Delfos: «Todo con medida». Ciertamente nunca podremos llegarnos a conocernos en totalidad, ni quien quisiera tal cosa para ser ciertos, pero lo importante es poder tener un autoconocimiento para no perjudicarnos más, para no seguir equivocándonos, para poder elegir el camino futuro de nuestra vida. ¿De qué sirve vivir por vivir? Después uno se arrepiente y busca desesperado culpables. Por eso, en psicoanálisis entendemos que esa «mirada al pasado» no es para encontrar culpables de nuestro presente, sino para poder resignificar lo que fue y darnos la oportunidad de sostener la esperanza, misma que nos habla de saber darle una oportunidad siempre a la vida.

Estos episodios oscuros

«Reconocerse no es morir», es afirmarse en todo momento. La noche de ayer le platicaba a una querida amiga y que cada día me convence del gran futuro que le espera en la Psicología, de que he llamado «episodios oscuros» a los momentos en los que permito que todas las situaciones difíciles por las que atravieso hagan lo que quieran en mi mente. Permitiéndome quejarme y dolerme por ello. No, no es para victimizarme, sino para poder escucharme a mí mismo e ir desahogando todo y encontrar, a su vez, respuesta y salida. Ciertamente no puedo culpar a los demás de lo que me pasa. Ciertamente no todo depende de mí y a veces la empatía y amor de los demás se ve limitado por las circunstancias que todos atravesamos.

Este ejercicio mental me permite justamente eliminar ideas negativas que me pueden consumir poco a poco sin darme cuenta. ¿De qué sirve guardar rencor, coraje, odio o tristeza para incrementar lo que ya de por sí es un auténtico malestar? Eso mismo les pregunto a ustedes pero de forma distinta: ¿por qué es que surge siempre la idea de quererse ir cuando atraviesan por problemas? ¿Qué están esperando que suceda cuando regresen? Bien dicen que los problemas saben esperarnos, pero también pueden crecer si no los resolvemos a tiempo. El viaje a Sorrento de Nietzsche es en sí el viaje que cada uno de nosotros hacemos a diario. Un viaje hacia lo que nos permita contemplar el futuro que queremos, pero nos ayuda también a planearlo. ¿Para qué engañarnos si en nosotros podemos encontrar lo que necesitamos hacer? A veces, el viaje es en solitario, a ves es compartido, pero también a veces es de los dos al mismo tiempo.

Viajar al silencio

Ante la ajetreada vida que vivimos actualmente, me parece que debemos realizar a diario un viaje al silencio. Es decir, hacia nosotros mismos. Hay demasiado ruido allá afuera y con ello se va nuestra atención para poder tratar de solución a nuestro malestar. Me parece bellísimo lo que Sacha Guitry dice cada vez que se refiere al músico austriaco, Wolfgang Amadeus Mozart: «Lo maravilloso de la música de Mozart es que el silencio que le sigue también es de Mozart». ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Pues que justamente el silencio que podemos guardar nos hace caer en cuenta que sigue siendo nuestro porque seguimos siendo parte del «recital de nuestra vida».

El silencio del universo que somos

Por todo esto, mi pregunta original de «¿hacia dónde vas?» es una sincera invitación, para que tanto ustedes como yo, nos pensemos nuestro propio viaje a Sorrento y nos permitamos disfrutarlo, pensando que no es otro sino a lo que estamos llamados a ser. Que no tengamos miedo de ello y nos atrevamos a dejar de pensar tanto en los demás, para darnos la oportunidad de pensarnos, ojo, para poder estar luego con quienes nos esperan en el camino.

Un abrazo y feliz fin de semana.

3 respuestas a «¿Hacia dónde vas?»

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