Por favor: cuida de ti

He querido escribir esta entrada inspirado por un tema que, desde hace mucho tiempo, me ha tenido en constante reflexión debido a los constantes y profundos paradigmas que se van construyendo a lo largo de una sociedad «occidental» que se olvida y, en ocasiones, termina despreciando esa realidad. El cuidado de sí es un tema que quisiera abordar desde la época griega clásica.

¿Qué entendemos por «cuidado de sí»? Vámonos por partes. En una lectura precipitada, podríamos dar con una cierta interpretación que nos llevaría a algo simple: cuídate, y eso nos llevaría a cosas como «come bien, haz ejercicio, ten tus horarios fijos de dormir, etc.». En entradas anteriores les hablaba de la importancia que tiene, sí, cuidar el cuerpo, pero también el cuidar la mente. Podríamos incluso decir «menos gimnasio y más psicoanálisis», pero eso nos haría perder el balance. En esto es justo donde entra la figura del filósofo a modo de recordatorio de nuestro propio bienestar, de nuestro propio cuidado.

¿Recuerdan el mito de Narciso? Narciso era un joven tan bello que llamaba la atención de todas las jóvenes y de todos los jóvenes, pero él les rechazaba sin consideración alguna. Sucede, al mismo tiempo, que la ninfa Eco, condenada a repetir todo lo último que escuchaba (como parte de un castigo de parte de la diosa Hera), también se enamoró de Narciso. Un día, cuando él iba con un grupo de amigos, se extravió en el bosque. «¿Hay alguien aquí?» -gritaba el bello joven-, a lo que Eco, escondida entre unos arbustos, repitió «aquí». Narciso se acercó a donde provenía la voz y gritó «¡Ven!», por lo que Eco repitió «¡Ven!». Una vez que Narciso estuvo frente a los arbustos, Eco salió a su encuentro y le declaró su amor, sin embargo, el joven engreído la despreció, motivo por el cual la desdichada Eco escapó a unas cuevas, donde murió de tristeza, quedando sólo su voz (sí, por eso es que en lugares como en las cuevas a las vibraciones de los sonidos les conocemos como «eco», aunque claro, desde un relato mitológico). Ante la crueldad mostrada por Narciso con la ninfa Eco, la diosa de la venganza, Némesis, maldijo al joven haciendo que se enamorara de sí mismo. Un día, cuando él estaba cerca de un arroyo, vio su reflejo y quedó totalmente seducido, así que cuando se acercó para intentarse besar, cayó en las aguas, se enredó con algunas algas y se ahogó. Cuenta la leyenda que después de ese suceso, las flores que crecen cerca de los arroyos recibieron el nombre de Narciso, en honor a la tragedia del bello joven.

Según Sigmund Freud, el amor empieza en el narcisismo y sale de uno hacia el otro. Por eso es que también este mito es importante. Y es aquí donde comienza lo que estamos viendo sobre el cuidado de sí. En la antigüedad, los griegos daban mucha importancia al cuidado de uno mismo para así poder cuidar de los demás. ¿Cómo? Cuando uno cuida de sí mismo, se aparta del peligro que supone el lastimar o someter al otro. Esto último lo retomaría Michel Foucault siglos después, explicando que se evita el daño al otro por el deseo de ser sí mismo: mientras nosotros cuidamos de nosotros mismos, de lo que es nuestro, caemos en cuenta de que no podemos abusar de los demás.

Volvamos con los griegos. Ellos entendían que el cuidado de sí implicaba un profundo análisis o una exhaustiva reflexión sobre nosotros mismos, eso implica también un proceso de formación que nos permitiera superarnos. «Conócete a ti mismo», diría el famoso Oráculo de Delfos. Pero ese «conocerse a uno» mismo implica también un ejercicio de humildad y reconocimiento, saber lo que somos (dirían algunos platónicos). Cuando uno es consciente de lo que es (tiempo después los existencialistas dirán que nunca se es sino que se está siendo, pues no se existe, se está existiendo), uno puede hacerse cargo de sí, y eso incluye todo lo que le pertenece, lo que está directamente relacionado con él/ella. ¡Cuidar de sí es saber autogobernarse! Quien es capaz de autogobernarse, diría Aristóteles, es capaz de gobernar a los demás. Imaginemos lo bello que sería esto, que cada uno cuidara de sí: tendríamos el proceso ya visto en todos y eso facilitaría una sociedad autogobernable. Pero hasta la fecha sólo podemos pensar en utopías.

A diferencia de nuestra horrible posmodernidad, que apuesta por la diferencia, con discursos de pseudo inclusión, mientras lo que se hace es excluir más y más, los griegos sí creían en la unidad, una relación con los otros, fuera de la estructura individual en un fantástico y muy interesante «el tú mismo representado por un otro». Al final de cuentas, ¿qué acaso no somos el otro para un otro?

Cuida de ti mismo, transfórmate… ¡atrévete a ser tú mismo!

¿Psicoanálisis, yo?

Hace unos días, me encontré en una cafetería a un viejo conocido. Intercambiamos unas cuantas palabras y nos pusimos al día sobre nuestros trabajos. Pero hubo un momento en el que se mostró algo «incómodo», siendo cuando le comenté que yo tenía relación con el psicoanálisis.

Además del ya clásico (y a veces molesto) «no me vayas a estar analizando», se expresaba desafiante respecto a las teorías de Freud (reduciendo, claro, todo a él y a lo que se cree que dijo él). Y claramente hay cosas que siguen siendo demasiado inquietantes para muchas personas respecto al psicoanálisis, sobre todo eso de que «siempre todo tiene que ver con sexo». Para serles franco, llegué a disfrutar el encuentro porque todo lo que él me debatía sobre la práctica psicoanalítica era desde un punto común de ignorancia por el tema. Y miren que no los culpo, no es que tengan que ir por la vida sabiendo qué es o qué se hace en el psicoanálisis. Así como tampoco me culpen que ignore mucho sobre las teorías cuánticas o sobre quién es el actor o la actriz del momento en las telenovelas mexicanas.

En fin. Llegó un momento durante nuestra charla en la que él decidió hacer algo oportuno: preguntarme sobre el psicoanálisis. Optó por informarse, pues. Una vez que le di un breve recorrido por la teoría (brevísimo), empezó a pensar por él mismo fuera del prejuicio. «La verdad, Héctor, es que no creo que el psicoanálisis sea para todos». Y en efecto, no lo es. Él me decía que estaba más convencido por otro tipo de terapias ya que, para él, ofrecían otro tipo de ayuda «quizá más centradas en las cosas de cada uno».¿Pero exactamente a qué cosas se refería?

Nuestra plática no pudo durar más tiempo y él se tuvo que retirar. Pero quisiera aprovechar eso que nos compartió de que «el psicoanálisis no es para todos». El irse a analizar, a mi creer, es una cuestión de valientes. No es algo fácil, de hecho es algo complicado. Es un momento muy íntimo en el que se comparte absolutamente todo, y no sólo cuestiones sexuales (mismas que no tienen exigencia alguna de estar relacionadas con todo). Cuando uno está en análisis, está a merced de su propia palabra, está a merced de sí mismo. Bien puede descubrir a los peores monstruos, pero también a la fantástica persona que está oculta y que no puede salir al encuentro con los demás.

Para que pueda suceder, la persona tiene que estar dispuesta a enfrentarse a sí misma, a sus miedos, a sus recuerdos bellos y terribles, a sus ilusiones y a sus tristezas. Se requiere de cierta capacidad de reflexión que, al mismo tiempo, exige humildad para reconocer lo bueno y lo malo. Pero también se requiere una actitud crítica para darse cuenta que muchas veces lo bueno y lo malo están disfrazados entre sí. Y claro: se necesita amor. Ya que el psicoanálisis, al menos yo lo sostengo de ese modo, es un gran acto de amor donde no existe un dedo inquisidor sino una escucha amable y generosa, un momento para uno mismo.

Es por todo esto, y evidentemente mucho más, que el psicoanálisis no es una cosa que se necesite tomar, no, es una cosa que se quiere hacer. Siempre digo que es la parte vivencial del «conócete a ti mismo» del famoso Oráculo de Delfos. Mi conocido también tenía razón en que no todo es psicoanálisis, de hecho, el buen Freud llegó a decir que él no era nadie para desautorizar otras terapias o, incluso, inclinaciones hacia la fe, ya que si ayudan a las personas, son cosas buenas. Y en verdad esperamos que todo ayude a la gente.

Les dejo un Link para informarse mucho mejor sobre qué es y que hace un psicoanalista:

Qué es y qué hace un psicoanalista – Gustavo Dessal