El ser más solitario del mundo

«El único lugar en que puedo ser derrotado es mi alma; solamente mis pasiones pueden consumirme».

-Stephen Crane

Queridos(as) lectores(as):

Ayer por la tarde me puse a ver la película Spaceman (2024) de Adam Sandler en Netflix. Basada en la novela El astronauta de Bohemia (2017) de Jaroslav Kalfar, siendo un viaje que nos lleva más allá del espacio, tanto el externo como el interno. Aunque no es mi intención spoilearles la película, porque en verdad quisiera que puedan darse la oportunidad de verla, me gustaría rescatar algunos puntos que espero no les arruine la experiencia. Y si ya la vieron, ojalá que les refuerce lo que se nos comparte.

Antes de continuar, me parece importante resaltar la calidad interpretativa de Adam Sandler, a quien desde hace años vengo defendiendo a capa y espada de los crueles y quizá justificados comentarios respecto a sus películas de humor barato. Lo que he defendido es que es de los pocos actores/directores/productores que, hoy por hoy, hablan sobre temas realmente valiosos como la familia, el amor, la esperanza, la amistad, etc. Pero Sandler demuestra que es una realidad que los actores de comedia, cuando dan paso a papeles serios de drama, son capaces de darnos auténticas maravillas actorales.

No importa el lugar

Ya hemos comentado en algún encuentro anterior que estamos viviendo de una manera muy precipitada una vida que poco a poco nos aísla (y cada vez más rápido) de los demás, pero sobre todo, de nosotros mismos. Muchas personas son incapaces de despegarse de sus celulares, interactuando con quién sabe qué tantas personas a pesar de estar rodeados físicamente de otras personas. Cada vez más somos testigos de constantes «escapes» de los demás, de personas que se la viven corriendo, evitando y cancelando reuniones, yéndose solos de viaje (y alardeando por ello), etc. Un amigo me preguntó que cómo fue la primera vez que fui solo al cine, expresando a su vez que para él fue toda una experiencia en la que se sintió raro, extraño, con mucha ansiedad. Yo, por el contrario, sólo le contesté: «Para mí fue maravilloso, porque fui al cine a lo que se va al cine: a ver una película, no a platicar». Curioso cómo es la enorme contrariedad de un sentimiento, por un lado, de necesaria compañía y, por el otro, de abrazar la soledad.

En la película se nos habla de un astronauta, Jakub (Adam Sandler), que emprende una misión solitaria de 6 meses, mientras que Lenka (Carey Muligan), su esposa embarazada, también afronta su propia soledad, desencadenando una crisis matrimonial. Al principio, en una breve interacción del astronauta con personas en la Tierra, una niña (Sunny Sandler, hija de Adam), le hace una pregunta: «¿Es cierto que eres el hombre más solitario del mundo?». Eso da pie a una reflexión que se agudizará con un curioso ser, Hanus (voz de Paul Dano), quien cuestionará al astronauta a lo largo de la película. Además, claro, de la contención que éste tenía en la Tierra por parte de Peter (Kunal Nayyar, The Big Bang Theory). ¿En qué espacio estamos a la deriva, en el externo o el interno?

Al mirar las estrellas

Hace unos días, compartí una frase en mis redes sociales (Instagram: @hchp1) que dice: «Piensa que para las estrellas los fugaces somos nosotros». La idea original de ello es justo pensar en la fugacidad de nuestra vida, un día estamos, al otro no. ¿Qué vivimos y de qué manera? No hay que ser astronautas para vernos a la deriva en el espacio. Muchas veces, ese espacio yace en nosotros mismos, y terminamos desesperados por intentar llenarlo de incontables cosas, sin caer en cuenta lo que realmente estamos haciendo. El hombre o la mujer más solitarios somos nosotros mismos cuando nos perdemos entre nuestros pensamientos, nuestros miedos, nuestras frustraciones y demás. No somos existencias vacías, sólo existencias que se vacían. ¿Qué pasa cuando miramos las estrellas? Vemos lo que «hay», pero descuidamos que muchas de ellas dejaron de existir hace muchos años; sólo vemos un breve resplandor de aquello que fue. ¿Qué pasa cuando ocupamos el lugar de la estrella que ha muerto y sólo dejamos ver algo que ya no es?

Hay que pensar en las cosas que hacemos. Ciertamente hay algunas que necesitamos hacerlas y está bien. Podemos ir al cine solos y no por ello decir que somos egoístas. Cada uno puede disfrutar las cosas a su modo, pero eso de no querer aceptar las cosas y disfrazarlas constantemente de algo más, nos hace caer peligrosamente en el egoísmo más descarado. ¿Por qué no le decimos al otro que nos gusta su compañía no por sí misma, sino porque así nos ayuda a no sentirnos solos? ¿Por qué no decimos que tenemos miedo de no ser amados y aceptamos relaciones tóxicas de abuso y maltrato? Disfrazar la realidad tarde o temprano termina por ser una bomba que nos explota sin avisarnos en las manos. ¿Será que necesitamos perderle miedo a la vida y afrontarla tal y como es, entendiendo que nunca será parte del guión de lo «perfecta» que queremos que sea?