La oveja negra

Queridos(as) lectores(as):

¿Alguna vez han utilizado la expresión «la oveja negra de la familia»? Quizá sí, o quizá la han utilizado para señalarlos a ustedes. Puede ser. La cuestión aquí es: ¿qué significa eso? Hablando desde México, esa expresión se utiliza de manera despectiva para señalar a un miembro (o hasta varios) de una familia por ser «notoriamente diferente a los demás». Evidentemente esta expresión no se queda en el espectro familiar, sino también en todo lo relacionado con lo social, escolar y laboral.

Hace algunas entradas ya habíamos mencionado la noción de la alteridad, o «sobre el otro», apoyándonos con el filósofo Emmanuel Levinas. Pero en este caso, el otro, bien señalado y hasta a veces separado del resto de la «manada», es visto con cierto recelo, dolor, tristeza, rabia, e incluso de manera envidiosa, inconscientemente hablando.

Marcando diferencias

Es muy común encontrarnos con familias de eminentes médicos, arquitectos, abogados, financieros, etc. Así como es tremendamente fácil encontrar en esas familias al «bicho raro», a ese personaje que no sigue la tendencia. Por poner un ejemplo, pienso en un querido amigo mío que proviene de una familia de notorios abogados. Tiene 3 hermanos, los cuales son abogados, tal como el padre y a su vez como el abuelo. Sin embargo, él optó por estudiar algo distinto. Decidió estudiar Letras Hispánicas.

Me acuerdo que cuando éramos más jóvenes, él nos deleitaba a otros amigos y a mí siempre leyéndonos poesía de Quevedo, exaltando la figura de Lope de Vega, en fin, muchas actividades propias de su ahora carrera. Y recuerdo también comentarios tales como «a ver si esos muertos que lees te pagan la renta», «vamos a ver si no te mueres de hambre», y demás comentarios despectivos y en demasía burlescos. Sin embargo, mi amigo, al menos desde una perspectiva particular que tengo de él y de sus hermanos, es el que más feliz se le ve (aunque claro, con sus oscuros momentos existenciales). Los otros 3 siempre andan a toda prisa, haciendo y deshaciendo contratos; provocando divorcios o tratando de impedir despojos. Mi amigo, en cambio, es feliz dando clases de Español y Literatura. Lo demás, quién sabe.

Adaptarse o… ¿morir?

Una afirmación darwinista sin lugar a dudas. Pero la realidad en esto es que muchas de las «ovejas negras» tienen que llegar a un punto en el que decidan qué hacer, si adaptarse y ser borreguitos blancos y sumisos a la voluntad del otro, o bien, intentar ser felices haciendo lo que les gusta y aceptando todo lo que conlleve su elección.

Cuando mencionaba que existe una cierta envidia inconsciente de los demás para con la oveja negra, es porque precisamente esa persona está haciendo algo con su vida a partir de sus propios gustos. ¿Cuántos casos no conocemos de gente que renuncia a sus sueños con tal de no perder el cobijo familiar, e incluso, la herencia?

Una personalidad amable

Muchos son los casos de ovejas negras que terminan siendo personas muy amables que siempre están dispuestas a estar para quienes cruelmente los señalan. ¿Pero por qué? Existe un aspecto interesante a considerar: los que sufren de manera clara y directa, entienden y comprenden el dolor silencioso y en solitario de los demás. Sin embargo, no todo dura para siempre, y esas personalidades se terminan agotando ante el constante asedio cruel.

Es muy común que estas personalidades terminen siendo quienes se convierten en líderes, porque desde el hecho de que no están esperando a que les digan qué hacer, ellos saben qué hacer y cómo hacerlo. Los otros borreguitos blancos siempre están a la espera del otro, pero no así de simple, sino del Otro. Es decir, se someten a la voluntad y a los designios ajenos para poder «cumplir». ¿No les suena eso de «intentar encajar»?

¡Ese otro al que tanto odio!

Pareciera justo la teoría del chivo expiatorio del filósofo René Girard. Y ese otro es quizá el que llega, no el que sale de nosotros, sino ese extranjero amedrentado por la xenofobia. Pensemos en los muchos y muy sonados problemas alrededor del mundo en la actualidad, donde los movimientos nacionalistas están promoviendo de manera clara el profundo odio y rencor por el inmigrante. Ese otro que llega no es bienvenido, no tendría que estar aquí. Pero al mismo tiempo es el otro que quiero apoyar cuando está en el país de un tercero. Incongruencias de la vida…

Pero, ¿por qué les odiamos? Quizá porque representan en buena medida lo desconocido, aquello que nos da miedo porque no sabemos qué pasará, esa sensación terrible de perder el control. ¿No es acaso parecido al temor que se le tiene a la muerte? Hay personas que tienen tanto miedo a la muerte que es equiparable al miedo al otro. Resulta a veces hasta siniestro. El odio y el miedo, SIEMPRE, caminan junto a la ignorancia.

Sin prejuicios

Para poder concluir este breve repaso sobre la figura de la oveja negra o del «otro indeseable», tendríamos que darnos la oportunidad de abrirnos hacia el otro, teniendo en cuenta que somos el otro para ese otro. En ese ejercicio de reconocimiento, alcanzamos la humanidad que tanto necesitamos en estos días llenos de dolor, tristeza, desesperación y frustración. Porque quizá el otro, en buena medida, sea aquel que pueda ayudarnos a lidiar con nuestros problemas. Bien dicen por ahí que los problemas tienen solución, pero vistos desde diferentes perspectivas, las soluciones son más rápidas y mejores. Quedémonos con mejores.

Entendamos que todos somos la oveja negra de cualquier lado. Nunca vamos a encajar del todo, además tendríamos que pensar si realmente es lo que queremos. Porque cuando se nos prohibe ser lo que somos para que se nos dé la bienvenida, entonces no vale la pena. Hay un dicho mexicano que queda para esto: No somos monedita de oro para caerle bien a todos.