¡Quédate en casa!

«Ama tu soledad y soporta el sufrimiento que te causa»

-Rainer Maria Rilke

Queridos(as) lectores(as):

Independientemente del país desde donde lean estas letras, quisiera decirles que muchas veces una advertencia puede resultarnos absurda; en ocasiones risible, en otras increíble, sin embargo, lo cierto es que estamos en un momento donde el ser humano está siendo puesto a prueba. Hoy no existen fronteras, el daño está hecho y este enemigo no hace distinción alguna. No es un mal de ricos, ni de pobres, a ambos los tiene en la mira. Pero si existe algo más infeccioso y peligroso es la mala intención de algunos entes, sobre todo políticos, que se burlan abiertamente de algo como esto y pretenden jugar con el sentido común de los menos informados.

geriatricarea-Covid19-coronavirus

¡Quédate en casa!, es el grito de guerra. Pero, ¿a quiénes va dirigido? Ya lo había comentado anteriormente, definitivamente hablamos de una realidad que es privilegio de clases, no todos pueden, no todos deben. Hay quienes tienen que salir porque no tienen para darse el lujo de quedarse en casa. Se vive al día, el dinero se gana en el momento. ¿En qué momento podremos caer en cuenta que, como sociedad y gobierno, estamos rebasados por las injusticias, por los abusos y por el egoísmo de los que ejercen el poder sin moral, sin ética? Pero bueno, eso se lo tenemos que dejar (¡exigir!) a los responsables.

El desafío de una cuarentena

Hace unos días que varias personas nos hemos tenido que poner en cuarentena. En mi particular caso porque vivo con mi papá y con una tía, quienes son adultos mayores y están dentro del rango de las personas más vulnerables respecto al COVID-19. Y así como en mi caso, hay miles en el mundo. Para muchos puede suponer un desafío, para otros quizá algo normal, pero lo que nos está quedando claro es que muchos no saben qué hacer en casa. Además del home office, de los estudios, es preocupante ver que la gente se «ha olvidado» de lo que implica estar en casa.

¿Recuerdan que hace tiempo comentaba sobre el gran error de darle a los más pequeños el acceso a aparatos tecnológicos, tales como celulares, tablets y hasta videojuegos? Les decía que al darles eso, no se les ayuda a generar resistencia a la frustración, ya que sus respuestas son a través de estímulos inmediatos y la demanda de satisfacción es cada vez mayor y selectiva. ¿Dónde queda el espacio para la fantasía y la imaginación? Es decir, ¿por qué no se les permite ser niños? ¿Por qué en vez del celular no se les da acceso al mundo fantástico del juego y de la inventiva? La creatividad de los niños no debe ser mermada por algo que ya está dado, por algo que ya está hecho.

jugar-y-compartir-tiempo-en-familia-foto-freepik

En el caso de adolescentes y adultos, tenemos el mismo problema pero un poco más avanzado: Facebook, Instagram, Twitter, Whatsapp… Tenemos claro que las redes sociales acercan a las personas que están lejos, pero que alejan a los que están cerca. Por poner un ejemplo: mi amigo Gerardo (34) me platicaba hace unos días que estaba «desesperado», porque en su casa no podía estar en contacto con nadie. No, él no está en aislamiento por el coronavirus ni nadie de su familia, pero lo que sucede es que todos están, cada uno en su cuarto, en su mundo, sin despegarse del celular ni un segundo.

¿Qué está sucediendo?

No, las redes sociales no son el problema

Tenemos que ser claros en esto: el verdadero problema es el uso que le estamos dando. Es decir, ya existe cierta ansiedad y miedo por la situación actual, ¿de qué nos ayuda meternos a las redes sociales para ver, una y otra vez, imágenes, audios, videos, memes, gifs, etc., sobre el COVID-19? Ciertamente, el contenido cómico que podemos encontrar son modos de defensa ante la inseguridad que experimentamos. La cuestión psicológica está igualmente comprometida, y me atrevería a pensar que incluso más. Pero, sucede que el chiste termina por cansar, termina por consumir. Es una descarga constante de lo mismo y no hay un respiro sobre lo que estamos viviendo. Es como si le abriéramos la puerta al problema para que venga a convivir directamente con nosotros.

shutterstock-175661117_11068066_20181228220118

Tengamos en mente esto: las redes sociales ayudan a difundir información sobre la situación mundial, pero lamentablemente también participa en la difusión de desinformación mal intencionada (o no) por parte de las personas que menos deberían hablar sobre el tema. Pensemos en Whatsapp: ¿han recibido en estos días audios de «importantes médicos y especialistas» que hablan sobre cosas terribles que están sucediendo y de cómo vamos a ir de mal en peor? Seguro que sí, y hasta puedo apostar que han recibido audios que se contradicen entre sí. ¿Qué necesidad hay de creer en todo eso? Es decir, ¿nos consta, podemos averiguar, que esas personas en verdad son lo que dicen ser o, al menos, que existen?

¿De qué sirve vivir en la época de la información si no sabemos buscarla de manera correcta? Es decir, si quisiéramos informarnos del tema del COVID-19, ¿dónde lo podríamos hacer? ¿Acaso en la página de la OMS sería buena idea? ¿O mejor esperamos a que la tía Abigail nos mande una imagen con un Piolín deseándonos buenas vibras con un enlace hacia una página que lo primero que diga al abrirla sea «COVID-19, Nostradamus tenía razón, 10 pasos para sobrevivir»? Perdón, pero no jodan.

De vuelta a casa: ¿qué hacer?

Ya les había mencionado que la cuestión de salud mental está muy comprometida ante los que tenemos que estar en cuarentena. Lo que empieza para unos como «qué bien, qué rico es no tener que ir al trabajo o la escuela», poco a poco se vuelve un tedioso malestar. La idea es ocuparse, tener cosas que hacer, y vaya que hay mucho que hacer además de ver series y películas mientras estamos acostados y comiendo (recuerden, no es hambre, es ansiedad).

Algunas ideas:

-Hacer ejercicio.

-Hacer el quehacer del hogar.

-Actividades recreativas con los que están con nosotros.

-Leer.

-Escribir.

-Jugar (videojuegos son sanos, pero hay que saber poner horarios, PARA TODOS).

-Etc.

videollamadas-10-personas-españa-covid-19

Sin embargo, también hay que tener en cuenta lo que estamos viendo. ¿Acaso no creen que no les genera mayor ansiedad e incluso mayor depresión ver series o películas tristes o de miedo? El inconsciente puede llegar a ser en verdad nuestro peor enemigo. Debo decir que me da risa cuando ante la presente realidad haya quienes se deciden por ver películas sobre pandemias, exterminio, fines apocalípticos, etc. ¿Como para qué?

El contenido debe ser algo más agradable, cómico incluso. Hay muchas opciones. Pero otra cosa que no debemos olvidar es la socialización con los que no están ahí con nosotros: aprovechemos plataformas como Hangouts, Skype, WhatsApp (videolllamadas), Zoom, etc., para poder estar en contacto. Anímense a tomarse un «café digital». Pero sobre todo, si conocen personas que padecen ansiedad, depresión, traumas o cualquier padecimiento mental, no los dejen solos. En verdad los necesitan. En verdad los necesitamos.

Les mando un fuerte abrazo y quedo al pendiente de sus mensajes.

Saludos.

Netflix… ése no es Freud

freud-de-netflix-todos-los-detalles-de-la-nueva-serie-2-1024x532

Queridos(as) lectores(as):

Antes que nada, les deseo que esto que estamos viviendo a nivel mundial del COVID-19 sea algo que pase lo más pronto posible y que todos ustedes y sus seres queridos logren salir avantes.

Ahora que el tema de la cuarentena ha obligado a muchos a quedarse en casa (entendiendo que es una cuestión de privilegio en tanto que no todos, desgraciadamente, se pueden dar el lujo de hacer lo que conocemos como home office), seguramente muchos están accediendo a las plataformas de streaming para poder tener algo más que ver aparte del trabajo y del estudio. Sin duda alguna, una de las más famosas es Netflix, donde podemos encontrar series y películas en verdad entretenidas.

Ahora bien, hace unos días se estrenó a nivel internacional la serie Freud, misma que «habla» sobre el famoso padre del psicoanálisis. Y pongo entre comillas el habla porque realmente no lo hace.

¿Quién es en realidad?

Primero antes que nada tenemos que entender esto: NO TIENE NADA QUE VER CON FREUD. Lejos de las traducciones al castellano de la terminología freudiana (misma que por ahí leí en Facebook que se asemeja a la «equivocación de Ballesteros»), tenemos que en verdad tener un poco de cultura general sobre Sigmund Freud y el psicoanálisis antes de aventurarnos a ver una serie de este tipo. Ya de por sí la idea que se tiene de nuestro autor y de su descubrimiento permanece dentro del oscurantismo cultural, series como ésta lo único que hacen es desvirtuar más y más las cosas como son.

freud-netflix-1904391

Poner a Freud como una persona desesperada por «hacer lo que sea» para lograr sobresalir dentro de la comunidad médica vienesa es en sí un grave error. Ciertamente tuvo muchas críticas en aquellos años, sin embargo, Freud fue creciendo en reputación por sus aportaciones y escritos. Además, sí, él tuvo un periodo muy cercano a la cocaína pues la veía como un excelente anestésico para la operación ocular, sin embargo, él perdió su apego a la misma después de que un querido amigo y colega suyo se volviera adicto y perdiera la vida. También se nos presenta como un psiquiatra, cuando en realidad fue neurólogo.

Historia, brujería y rellenos innecesarios

He de confesar que ya sabía que esta serie se iba a tratar de una puntada más por querer ganar dinero aprovechándose de la ingenuidad o ignorancia de las personas. Desde que anunciaron de qué iba a tratarse, el hecho de que dijeran que «Freud trabajará con un detective y con una médium para resolver casos»… ¡Era demasiado! Sin embargo, me animé a verla para poder comentarla. Y lo cierto es que no me gustó, ni siquiera para recomendarla cuando no hay nada más que ver.

Freud

Si no la han visto y tienen pensado hacerlo, adelante, pero no me detendré en spoilear la historia que se nos narra. Como ya había dicho antes, se nos presenta a un joven Freud (Robert Finster) que se ve envuelto en una terrible presión por querer destacar; hace que la ama de llaves actúe como si él la hubiera logrado hipnotizar y sacar el subconsciente (¡subconsciente! ¡No! ¡INCONSCIENTE!) para poder dar con traumas de ella. Después nos encontramos a Fleur Salomé (Ella Rumpf), una médium al servicio/esclava de Viktor (Phillipp Hochmaier) y Sophia (Anja Kling), nobles húngaros de la casa Szápáry, quienes están relacionados con una serie de crímenes en el Imperio Austro-Húngaro, crímenes que están bajo investigación del detective Alfred Kiss (Georg Friedrich).

Como verán, vaya que le metieron ideas (y quién sabe qué más) al desarrollo de esta trama. Antes de que se me olvide, sí hay cosas que se han escrito o llevado al cine y a la televisión respecto al Dr. Sigmund Freud, tales como Elemental, Dr. Freud (The Seven-Per-Cent Solution: Being a Reprint from the Reminiscences of John H. Watson, M.D., 1974), de Nicholas Meyer, El día que Nietzsche lloró (When Nietzsche Wept, 1992), de Irvin D. Yalom o Pasión Secreta (Freud: The Secret Passion, 1962), película dirigida por John Huston y cuyo guión fue escrito en su mayoría, a regañadientes, por Jean-Paul Sartre, entre otras más…

¿Entonces, qué podemos ver?

Para los que están interesados en la vida y obra de Sigmund Freud, vaya que tienen mucho que ver, pero sobre todo leer. Tenemos grandes biografías de las cuales echar mano, por ejemplo las escritas por Ernst Jones, Peter Gay, Élisabeth Roudinesco, etc. Pero, si lo que ustedes quieren es algo más visual, por aquello de que «no les gusta leer», les recomiendo lo siguiente:

«Análisis de la mente» (documental, aunque con una que otra reserva): https://www.youtube.com/watch?v=tQ0Koa3vvPU&t=19s

«Freud» (serie de la BBC de 1984): https://www.youtube.com/watch?v=ogG1vCxENdY&list=PL0679IGx8w0gdU-PB2vB1qVMHw7SyrR9Z

En fin, hay mucho material…