Querido(a) extraño(a)

He querido escribir esta carta para ti, sin conocer tu nombre, sin ubicar tu rostro; ignorando desde qué parte del mundo la leas y bajo qué circunstancias. Sé que ha sido un tiempo complicado, son tantas cosas que hemos salido perjudicados por la pandemia. Pero, bueno, aquí seguimos y debemos procurar que así sea. A pesar de tanta tristeza, dolor y desesperación, ten por seguro que las cosas seguirán su rumbo.

Quisiera decirte que las cosas van a mejorar, pero es algo muy subjetivo. Pero, ¿hay algo a lo que te puedas aferrar? Sí, a la vida. Quisiera compartir contigo algo muy personal, pero que espero te ayude a continuar. Hace algunos años, mi salud estuvo muy comprometida; como decimos acá en México «tiro por viaje» estaba en el hospital. Había días en los que el dolor no me dejaba ni caminar, pero gracias a mis padres (que mi madre, por cierto, falleció en el 2016), a mis familiares, a mis amigos y a mis alumnos, había algo que me impulsaba a seguir. Fue el amor hacia ellos y el que me profesaban lo que no me dejó rendirme. Todavía recuerdo las noches en las que me dormía por el cansancio. Esos tiempos han quedado atrás. Estoy en deuda con la vida. Y por eso es que quiero que sepas que no estás solo(a).

Ahora con la pandemia, hace mucha falta amor, comprensión, escucha y compañía. Muchas veces parece que nos quedamos solos, que no se acuerdan de nosotros y sentimos miedo. Es perfectamente natural, porque todos estamos con el pendiente de no contagiarnos o que sepamos de más seres queridos en la lista negra. Hay mucho dolor, en verdad que sí. Pero no tenemos por qué pasarla así de manera solitaria. Te aseguro que siempre encontrarás con quién compartir lo que estás sintiendo, y en esa misma ocasión, esa persona podrá apoyarse en ti. Compartirán un momento muy especial, donde debe haber ternura y cariño. No pierdas la esperanza, porque te aseguro que siempre la podrás encontrar en quienes menos lo esperes.

Te abrazo con todo mi amor, cariño y deseo de todo corazón que, pase lo que pase, sigas sonriendo, porque después de la tormenta, siempre sale el sol.

Hagamos comunidad, después de todo, somos soledades que nos encontramos.

Héctor Chávez

2 respuestas a «Querido(a) extraño(a)»

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