Los medios y la depresión

«Las acciones nobles y los baños calientes son las mejores curas para la depresión».

-Dodie Smith

Queridos(as) lectores(as):

En estos últimos días he estado participando activamente en varios análisis y debates políticos respecto a las posturas del Presidente de EEUU, Donald Trump, que han causado revuelo y logrado acrecentar los temores de inspiración ultraderechista en distintos países. De hecho, ¿cómo olvidar aquel gesto que hizo Elon Musk que hizo pensar en el antiguo saludo nazi? Las exaltaciones ideológicas están a flor de piel y muchos son los discursos que en buena medida «justifican» lo que está pasando. En fin, no entraremos en detalles sobre eso en esta ocasión. Pero sí me gustaría centrarme en el tremendo impacto que los medios de comunicación tienen en las personas, sobre todo en estos días llenos de vacío e incertidumbre. ¿Vacío? Sí, cada vez es más notorio el tremendo vacío de identidad y sentido en las personas. Cada vez es más y más tangible cómo la gente repite y repite lo que otros dicen sin siquiera ponerse a reflexionar al respecto: hoy es más fácil que otros piensen por nosotros. Y cuando se entra en un confrontamiento, la carencia de argumentos válidos es más que evidente. Los medios están cultivando cada vez más y más personas que se niegan al famoso lema de la Ilustración: sapere aude! (¡atrévete a saber, piensa por ti mismo!). El pensamiento crítico está en crisis.

Pero, ¿cómo puede ser que algunos mensajes que vemos constantemente en las redes sociales y demás medios de comunicación resulten tan perjudiciales si parecen con buenas intenciones? Hoy en día es muy común ver cómo redes sociales como Instagram exponen tantas realidades tan «positivas» que no faltan las cuentas donde los personajes (así es, no personas, porque al final de cuentas están contando una narrativa distinta) llamados influencers traten de convencer a sus audiencias sobre varias cosas. Desde la fanática del ejercicio que a la primera provocación se pone a ejercitarse sin importar dónde esté o qué esté haciendo, hasta aquel «experto en nutrición» que comparte lo que a él/ella le sirve para «vida sana» sin pensar en que los cuerpos son distintos; las redes sociales nos ofrecen mucho contenido que se aleja considerablemente de algo positivo, por mucho que pretendan demostrar que no.

Imposiciones mediáticas

Me llama la atención cómo es que enero se ha convertido en un mes donde la depresión es el GRAN TEMA. Y no es para menos, pensemos en el famoso Blue Monday (lunes azul, o forzado a «lunes triste/deprimente»), el cuál se considera el tercer lunes del mes de enero. Aunque tiene una raíz más bien económica, se ha vuelto una tendencia psicosocial que tiene efectos demoledores en muchas personas. Pensemos, por ejemplo, en la sugestión. ¿Qué es eso? Es la influencia psíquica que se ejerce el sobre alguien más para inducir procesos mentales, como ideas, emociones y acciones. Vamos a decir que uno va por la vida sin enterarse de qué es eso del Blue Monday, pero de repente escucha en la televisión, en la radio, lo ve en internet o en sus redes sociales algo al respecto. ¡El día más triste del mundo! Y el panorama de esa persona cambia por completo. El enterarse de algo que alguien más afirma sin más, debido a las inseguridades personales (e incluso al deseo inconsciente de querer encajar o formar parte de algo), mueve al sujeto en totalidad. Pasamos de la ignorancia a un estado depresivo. Alguien más pensó y dijo lo que tenía que hacer, y «fielmente» se acató la orden.

Esto me recuerda el llamativo inicio de la obra El mercader de Venecia (The Merchant of Venice, 1600) de William Shakespeare. Antonio, que es un mercader poderoso y muy rico, comienza compartiendo con sus amigos, Salerio y Solanio, que se encuentra muy triste: «La verdad, no sé por qué estoy tan triste. Me cansa esta tristeza, os cansa a vosotros; pero cómo me ha dado o venido, en qué consiste, de dónde salió, lo ignoro. Y tan torpe me vuelve este desánimo que me cuesta trabajo conocerme». Ante esta confesión, sus amigos tratan de dar respuesta a partir de lo que ellos sentirían estando en la situación de Antonio. Solanio aventura que quizá es que Antonio está enamorado, cosa que éste rechaza enérgicamente, por lo que Solanio arremete con quizá una de las «obviedades» más grandes de la Historia: «Entonces estás triste porque no estás alegre». Imaginemos si estos intentos de sugestionar a Antonio los aplicáramos de forma masiva, ¿qué logramos? Dudas y convencimientos impuestos. El silencio del malestar es algo muy común que le pasa a todos en algún momento, debido a no querer que se les diga algo a modo de reprenda o que hagan menos nuestros sentimientos, pero cuando este silencio «busca consuelo» en gente que «parece que tiene una vida mejor», la frustración y desilusión se hacen presentes a modo de afirmación tiránica: «lo que daría por ser/estar así». Dando paso a otra peor: «Yo nunca podría lograrlo». Claro está que habrá quienes se puedan inspirar, pero las circunstancias son muy diferentes entre cada uno de nosotros. Querer copiar al otro, una vez más, nos aleja de nuestra propia identidad.

Cuidar lo que vemos en las redes sociales

Hace unos días, mientras despejaba mi mente en Facebook, me topé con una publicación que compartieron en una página que sigo. He aquí:

«Estoy muerto. Cada mañana me despierto con un insoportable deseo de dormir. Visto de negro porque llevo luto por mí mismo. Llevo luto por el hombre que podría haber sido… Ya no sonrío. No tengo las fuerzas suficientes para hacerlo. Estoy muerto y enterrado. No tendré hijos. Los muertos no se reproducen. Soy un muerto que estrecha la mano de la gente en los cafés. Soy un muerto más bien social y muy friolento. Creo que soy la persona más triste que jamás he conocido».

Este texto pertenece al escritor francés, Frédéric Beigbeder (1965). Definitivamente es bastante deprimente su contenido. Una declaración que para nada sorprendente muchos se identifiquen con lo expresado. De hecho, y creo que ninguno de ustedes me dejará mentir, creo que lo que más nos llama la curiosidad en publicaciones chistosas, delirantes y deprimentes en redes sociales, son los comentarios. ¡Son auténticas joyas! Muchas veces celebramos la enorme creatividad de las contestaciones, pero en otras se nos hace un nudo en la garganta por lo que comparten. Y en este caso, no fue la excepción. Por resumirles todo lo que fui leyendo, podría decirles que «así me siento» es lo que más encontré. Tenemos que tener mucho cuidado con lo que nos topamos en las redes sociales, porque en verdad pueden ser muy perjudiciales para nuestra salud mental y, por tanto, para nuestra integridad. Durante la p(l)andemia de Covid-19, la demanda por series y películas sobre pandemias y exterminio creció a niveles preocupantes, por lo tanto, la ansiedad y depresión de las personas que pudieron pasarla confinadas. No es de extrañar que la novela de Albert Camus, La peste (1947) se vendiera como pan caliente.

No está mal que existan esos contenidos, lo que está mal es que nos alcancemos a identificar con algo que nos hace ruido de ellas y no hagamos nada para trabajarlo. Cuando la película Guasón (Joker, 2019) de Todd Phillips salió, muchos se sintieron identificados con el trágico personaje de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix). Pero lejos de ir a buscar asistencia con profesionales de la salud mental, asumieron esa realidad como algo inevitable y sin esperanza de cambiar y quizá hasta sanar. Las audiencias sin capacidad crítica se están volviendo el gran mercado de muchas marcas que han entendido el poderoso uso de la sugestión. ¿Cuántos de nosotros no hemos comprado un producto sólo por la presión mediática y social? ¿Cuántos no hemos sucumbido a comprar «medicamentos» milagro que nos ayuden a bajar de peso? Y así le podemos seguir. Después de esto, ¿se les hace extraño que la depresión «esté ganando» la batalla diaria?

Sun Wukong y su gran viaje

«Caballeros, como ustedes bien saben y el dicho reza, quien no goza de confianza no puede realizar hazaña alguna«.

-Wu Cheng’en (Viaje al Oeste)

Queridos(as) lectores(as):

La fascinación de los occidentales por todo lo que Oriente ofrece, no es algo nuevo en definitiva. No nace por el manga y anime japonés, el K-Pop coreano, la gastronomía india y mucho menos las ganas de ir a bañar elefantes a Tailandia. La profunda influencia oriental en la vida en Occidente es innegable, y no es para menos, ya que toda cultura enriquece de un modo u otro, cosa que debemos agradecer y valorar. Cuando hablamos de Occidente y la literatura, sabemos que la primer novela moderna fue escrita por Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo, don Quijote de la Mancha (1605-1615), sin embargo, esto mismo pasó en China con Viaje al Oeste (西遊记, Xī Yóu Jì, 1592), atribuida al poeta y escritor chino, Wu Cheng’en, durante la dinastía Ming. ¿Habían escuchado de las aventuras del Rey Mono? Quizá sí, quizá no, pero lo que sí estoy más que seguro es que, aunque sea por error, han escuchado de Dragon Ball (ドラゴンボール, Doragon Bōru, 1984-1995), especialmente de Son Gokú. Pues Akira Toriyama, mangaka (artista que crea mangas) japonés, se inspiró en aquellas aventuras para crear a uno de los personajes más queridos en la Historia del manga y del anime.

Y es que Viaje al Oeste tiene mucho que influir en el pensamiento universal gracias a la recopilación de información que el autor hizo respecto al budismo y demás elementos espirituales entre India y China. Hace poco, gracias al estudio chino, Game Science, desarrolló y distribuyó el juego Black Myth: Wukong (黑神话:悟空) el 20 de agosto del 2024 para la consola PlayStation 5 (luego para PC y posteriormente para Xbox Series), logrando que esta legendaria historia llegara para fascinar e interesar a un gran público mundial. Así es, aquí también hablamos de videojuegos, sólo que no haré una reseña de éste en especial, ya que mi interés es compartirles más sobre lo que lo inspiró, pero sí me atrevo a decir que es uno de los mejores que he jugado y que me dejó impresionado en muchos aspectos (¡si pueden, DEBEN jugarlo!).

Viaje al Oeste (1592)

Contexto histórico/mitológico

Viaje al Oeste es considerada una de las 4 grandes novelas tradicionales chinas que se escribieron durante las dinastías Ming y Qing. Las otras 3 son: Romance de los tres reinos (1330), Bandidos del pantano (1373 aprox.) y Sueño en el pabellón rojo (1793). Regresemos. Todo comienza con un viaje a la India por parte de un monje budista, Xuanzang, a sus 16 años en el 629. La intención de su viaje fue la de recopilar textos sagrados y traerlos a China. Todo esto está en Registros de las regiones occidentales (646), que son una recopilación de textos escritos por Banji, discípulo de Xuanzang. Sobre estos, cabe señalar que son un aporte interesantísimo no sólo sobre la cultura budista, sino también sobre las relaciones indochinas, la apreciación demográfica, etc.

Como les comentaba al principio, Viaje al Oeste se le atribuye a Wu Cheng’en, quien inspirado por tan fascinante viaje, modificó el nombre del monje budista a Tang Sanzang. Pero sólo que para su gran aventura, el monje cuenta con la compañía de Zhu Bajie (un cerdo antropomórfico), Shā Wùjìng (un ex general celestial exiliado) y, por supuesto, Sun Wukong (el Rey Mono). Estos «discípulos» tenían la misión de proteger y guiar al monje. Ahora bien, vamos a centrarnos en Sun Wukong y su origen. Según unos estudiosos, Wu Cheng’en se pudo haber inspirado en un personaje de aspecto simiesco de la mitología china, Wu Zhi Qi, así como en el dios hindú, Hanuman, quien tenía cara de simio. El nacimiento de Sun Wukong es curioso: una piedra albergaba un huevo, del cual surgió un pequeño simio (o macaco), con una inteligencia muy peculiar y actitudes que lo hacían ser bastante diferente al resto de su especie.

Black Myth: Wukong (2024)

Resumen literario

Al inicio, en la Montaña del Fruto de la Flor, gracias a sus acciones valientes, fue nombrado por los demás macacos como el Rey Mono. Aquí es donde se pone interesante. Con la capacidad de poder transformarse, grandes habilidades marciales, un báculo sagrado (nyoibo) que podía agrandarse y achicarse según su deseo, fuerza sobrehumana y una nube voladora (kinton), Sun Wukong lo tenía todo. O al menos eso creía. Un día, se hizo consciente sobre la muerte, por lo que quería también poder lidiar con ella. Debido a sus características naturales de simio, entre la picardía y el robo, entre otros «males», cuando fue a la corte del Emperador de Jade, cometió un sinnúmero de acciones que no fueron bien vistas. La que más molestó a los celestiales, sin duda fue su rechazo a la autoridad, pero sobre todo la osadía de equipararse al mismo Emperador de Jade. Aunque logró conseguir la inmortalidad tras comerse unos duraznos (o melocotones) y borrar su nombre del Libro de la Vida y la Muerte, la furia celestial por tales atrevimientos hizo que el mismísimo Buda lo castigara, dejándolo atrapado en una montaña por 500 años. Este castigo duraría hasta que Sun Wukong aprendiera a ser humilde y renunciara a los deseos que sólo lo encaminaran a una vida de sufrimiento (tal como lo pretenden las enseñanzas budistas).

Un día, el monje Tan Sanzang, encontró la montaña donde yacía el Rey Mono, mismo quien entendió que para poder redimirse ante los celestiales, ante Buda, pero sobre todo ante sí mismo, tenía que acompañar y protegerlo en su aventura. Sun Wukong se vuelve el gran aliado de Tan Sanzang, protegiéndolo de muchos espíritus y demonios que se interponían en su misión de recolectar los textos sagrados. Al final del viaje, el Rey Mono es reconocido por los celestiales y nombrado «Buda honorario».

Representación y enseñanzas

Estoy casi seguro que cuando les narraba un poco sobre la parte histórica y la literaria de Viaje al Oeste, muchos de ustedes no pudieron evitar pensar en ciertos personajes de Dragon Ball. Insisto: de esta novela salió la inspiración para Toriyama. Veamos, parece ser que Bulma representaría a Tan Sanzang, aunque también podríamos pensar en el Maestro Roshi. Debido a su forma de comportarse, sobre todo con las mujeres siendo un «cerdo» con ellas, Oolong representaría a Zhu Bajie. Después, tendríamos a Yamcha, quien por sus orígenes «penados» (ladrón) y sus habilidades marciales y con la espada, representa a Shā Wùjìng. Los textos sagrados no serían sino las Esferas del Dragón. Y claro, si a estas alturas la distracción los alejó de lo «evidente», Son Gokú representa a Sun Wukong. ¡Qué cosa!

Dragon Ball (1984-1985)

¿Pero qué nos enseña Viaje al Oeste? Me atrevo a decir que muchos de los que crecimos con Dragon Ball, lo hicimos de manera indirecta y sin saberlo con esta novela china, en tanto que aprendimos muchos valores importantes: el esfuerzo, la disciplina, la humildad, la importancia de los amigos y del trabajo en equipo. ¿Pero realmente eso es lo que nos querían transmitir? La obra está inspirada en el budismo, por lo que muchas de las enseñanzas de Siddharta Gautama, Buda (El Iluminado), precisamente nos llevan hacia la auto cultivación espiritual/religiosa, el autoconocimiento, aprender más y más sobre lo que nos rodea desde lo más pequeño hasta lo más grande, a no dejarnos dominar por las pasiones desordenadas por los deseos que sólo garantizan sufrimiento, etc. Viaje al Oeste no es otra cosa que el viaje hacia uno mismo.

Si tienen la oportunidad de leerlo, creo que sería un verdadero enriquecimiento cultural para ustedes. Hay que entender que el conocimiento humano no debe tener límites culturales. De todo se aprende, pero no podemos hacer de todo algo nuestro. Cada persona tiene sus orígenes y debe sentirse orgulloso de los mismos, se puede aprender de otros, claro que sí, pero no se reemplaza lo propio por lo ajeno nunca. El gran valor del conocimiento es la suma de saberes, nunca el reemplazo.

Ahí está la humildad que Sun Wukong tenía que aprender.

¿Será que tengo depresión?

Queridos(as) lectores(as):

Hoy, 13 de enero (2025), se conmemora el Día Mundial Contra la Depresión. Y vaya que se ha hecho demasiada consciencia al respecto en los últimos años, siendo las redes sociales las que más impulsan a las personas a no tener que vivir con este trastorno. Ésta no es la primera vez (y tal parece que tampoco la última) que hablamos sobre este tema en estos encuentros. Sin embargo, creo que en esta ocasión es preciso verlo desde otro lugar, desde uno «menos transitado». Si nosotros accedemos a Google y en su buscador ponemos «depresión», nos saldrán infinidad de páginas donde podremos informarnos y desinformarnos. Es muy común que debido a los efectos de la inmediatez en la que vivimos (querer todo en el momento) sea más «sencillo» abrir reels (videos cortos) de TikTok y/o de Youtube, mismos en los que salen personas dándose licencias para hablar sobre la depresión, y todavía peor, se atreven a dar «consejos» que pueden poner a sus auditorios en auténtico riesgo.

¿Pero cuál es ese lugar menos transitado del que hablo? De ustedes mismos. ¿Cómo? Sí. Aquí en Crónicas del Diván es común que ustedes me lean, donde les comparto reflexiones, anécdotas, Historia, Literatura, Filosofía, Psicoanálisis, etc. Después de todo es una página/blog de difusión. En otras ocasiones han encontrado cartas que escribo para ustedes. Ahora quiero hacer algo distinto, en sentido de poder ayudarles a empezar a identificar si es que están pasando por un cuadro de depresión, con la mejor intención de que acudan con profesionales de salud mental (psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas) para poder atenderse y trabajar en las cosas que les tienen así. Recuerden: hablar con los amigos, la familia, etc., por supuesto que es bueno, porque son la primer red de apoyo, sin embargo, se requiere algo neutro para poder abordar las circunstancias de manera correcta, porque así evitamos caer, por un lado, en que nos den por nuestro lado («Sí, tú no estás mal, es que el mundo no te entiende») o que nos hagan sentir todavía peor.

A continuación, les dejo las preguntas (sean muy sinceros en contestarlas para ustedes mismos).

-¿Me cuesta trabajo concentrarme?

-¿Me cuesta dormir?

-¿Me despierto mucho?

-¿Las cosas ya no me apasionan como antes?

-¿Siento que los días siempre son lo mismo?

-¿Me cuesta relacionarme con los demás?

-¿Me relaciono demasiado con los demás?

-¿Inicio algo nuevo y al poco tiempo lo dejo?

-¿Busco quedarme más en casa en vez de salir con mis amigos?

-¿Me cuesta estar solo?

-Etc.

«Anciano en pena (En la puerta de la Eternidad), 1890, Vicent van Gogh

¿Se dan cuenta que son preguntas que se escuchan a diario en todas partes? La depresión no es estar «nada más tristes todo el tiempo». No, es algo que va más allá de eso. La falta de sentido, el desánimo, el cansancio constante, el dormir mucho y aún así no sentirnos bien, enfermedades constantes, estados de ánimo muy cambiantes, sentimientos de inferioridad, etc., son como le dicen red flags (banderas rojas) o alertas sobre lo que estamos pasando. Recuerden también que «es que me siento bien» muchas veces es una resistencia para no hablar las cosas y no hacerles caso. NO TIENE NADA DE MALO PEDIR AYUDA. Créanme que se pueden evitar muchas cosas que lamentar después. La depresión es algo demasiado común en nuestros días, y es que hay un exceso de factores que nos hacen sentir peor con el paso del tiempo. Muchas veces necesitamos un apoyo psicofarmacológico, que no es otra cosa que un tratamiento por unos meses a lo mucho, pero siempre es bueno acompañarlo con una psicoterapia. Los medicamentos NO SON LOS QUE CURAN, pero sí nos ayudan a sentirnos mejor. Sin embargo, mientras estamos con ese apoyo, es bueno poder hablar las cosas, decir las cosas que nos preocupan o que nos duelen, incluso muchas veces suele pasar que hay quienes no son capaces de hacer cosas que les dan felicidad y/o alegría porque existe un temor inconsciente. ¿Eso es posible? Por supuesto que sí.

Queridos(as) amigos(as), empecemos bien este 2025. Así como le dedicamos tiempo a nuestra salud física con la dieta y el ejercicio, así como le dedicamos tiempo a los demás, darnos el tiempo y la atención debida a nuestra salud mental es primordial. El ejercicio y una buena alimentación claro que nos ayudan a sentirnos bien, sin embargo, hay veces que no se hace realmente por salud, sino por vanidad. ¿Tener cuerpos definidos y sanos está mal? No, pero también hay inseguridades que se están moviendo en esos momentos y que no nos dejan en paz. En algún momento, un colega psicoanalista me preguntó mientras veíamos a unas personas haciendo ejercicio en el parque: «¿De qué estarán corriendo siempre?» Apuesto a que si son de los que acostumbran correr, ya les hizo eco esta pregunta. Y si no… la espinita ahí está.

Les abrazo y deseo que eso que están pasando en silencio, con la ayuda adecuada, puedan salir adelante de ello pronto y bien.

¡Nos leemos!

Recuerdos que duelen

«La nostalgia ya no es lo que era».

Queridos(as) lectores(as):

La frase con la que abro este primer encuentro del 2025 con ustedes, la he venido «masticando» desde hace una semana. ¿Qué significa? Primero antes que nada, debemos hacer énfasis en nostalgia. ¿Qué es? Vayamos a su etimología: viene de la palabra griega νόστος (nóstos), que significa «regreso» y de ἄλγος (álgos) que significa «dolor». Al unir ambas palabras, damos con «dolor de regresar». Pero, antes de seguir avanzando, tenemos que considerar que nóstos (regreso) surge como un recurso poético que se utiliza en lo relacionado a lo que implica «regresar a», o en otras palabras, «lo que hay en el proceso de vuelta». Ahora bien, tenemos un registro interesante en una tesis médica de 1688, en la que el estudiante de aquel entonces, Johannes Hofer, acuñó el neologismo «nostalgia» para describir la enfermedad que padeció tanto un estudiante como su sirviente, ya que cuando se encontraban lejos de su hogar, se encontraban en plena agonía, y no fue sino hasta que regresaron que «milagrosamente» recuperaron la salud.

Una vez visto lo anterior, veamos lo que es la nostalgia. La nostalgia es una emoción compleja que implica una cognición orientada al pasado y una mezcla de sentimientos. Se puede desencadenar al encontrar un olor, un sonido o un recuerdo familiar, al participar en conversaciones o al sentirse solo. De hecho, en México tenemos un caso deportivo que fue muy sonado durante años (y todavía lo es hasta la fecha). Popularmente se le conoce como «síndrome del Jamaicón», que surge del ex jugador José «Jamaicón» Villegas, una de las estrellas inolvidables del equipo Chivas del Guadalajara, del «Campeonísimo». Este jugador, que había ganado 8 títulos con el equipo tapatío, de indudable talento con la pelota, se «perdió» en la cancha, es decir, no demostró nada mientras participaba en la Copa Mundial de Suecia 58. ¿Razón? Aparentemente extrañaba la comida de su tierra (entre muchas otras cosas que se han dicho). Por muy «absurdo» que suene, la nostalgia es un factor que puede desestabilizar a cualquier persona. Pero, ¿por qué algo «momentáneo» parece ser una sentencia permanente?

Recuerdos que duelen

En la clínica psicoanalítica es muy común toparnos constantemente con la nostalgia personalizada en los pacientes. No es nada raro ni de extrañar. La nostalgia acompaña al ser humano por el simple hecho de que éste tiene memoria. «Nada como el pasado», dicen los abuelitos hoy en día, «nada como el ayer». Y la clave está precisamente en ese «nada». El ayer, el pasado, lo que fue, no es más, se ha «perdido en la nada». Lo único que lo mantiene «vivo» es el recuerdo de cada quien. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el pasado no es recordado de la misma manera? Recordemos que la memoria no es perfecta, por mucho que nos acordemos de detalles, estos no son del todo ciertos o tal como fueron, por eso es que muchas veces recurrimos a la fantasía para rellenar esos «espacios» y, por qué no, maquillar los recuerdos. De hecho, muchos recuerdos son dolorosos, tristes o simplemente no son muy gratos, por eso es que se les maquilla para que «no suframos» por recordar. Aunque no lo logremos realmente…

La nostalgia por eso es que viene acompañada en varios casos de lágrimas y gestos que no coinciden con los que estamos recordando y compartiendo con los demás. Pienso, por ejemplo, en una amiga que «fascinada» me contaba sobre aquellos años en los que jugaba con sus hermanos cuando eran niños. Mientras ella me narraba sus vivencias, notaba cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. ¿Qué te duele? -le pregunté, a lo que ella me contestó: «Nada, sólo es que recuerdo y me da tristeza». Antes de ello, cabe decir, me decía «no sabes cómo extraño lo mucho que nos divertíamos». Sí, es cierto, puede haber tristeza por el hecho de ya no poder hacer lo que se hacía antes, no todo es resistencia, pero había algo en su relato que no cuadraba, porque en otras ocasiones ella me compartía que por ser la más chica, y la única mujer, sus hermanos la «molestaban» cada vez que podían. Dejé reposar la pregunta que le hice por unos minutos sin hacer de nuevo mención, a lo que pasados unos minutos ella dijo: «Malditos, cómo les encantaba jugar rudo conmigo cuando yo les decía que eso no me gustaba». Los recuerdos encubridores terminan sucumbiendo ante la realidad que solemos negar. La nostalgia, por tanto, puede ser una acumulación de recuerdos que se debaten entre lo que fue, lo que quisimos que fuera y lo que terminamos por creernos. Pero como dice la sabiduría popular: no podemos tapar el sol con un dedo.

¿Está mal recordar?

No, por supuesto que no. Como todo en la vida, hay que saber cómo hacerlo, cuándo sí y cuándo no. ¿De qué nos sirve recordar de modo que nos duela hacerlo? Veamos, yo recuerdo a mi abuelita, y cuando lo hago digo cómo fue mi relación con ella. Cuando platico con algunos de mis primos, como he mencionado anteriormente, los recuerdos que tenemos con y sobre ella, son muy variados y muy distintos. Yo recuerdo a mi abuelita materna muy linda, tierna, cariñosa, sin dejar de tener ese peculiar caracter fuerte que sí tenía. Mientras que algunos de mis primos no recuerdan con la misma carga de afecto esas virtudes. «Nombre, mi abuela sí era ruda, su manera de mostrar su amor y cariño era a través de la comida». Notemos cómo incluso la manera en la que nos referimos a ella es distinta: mientras yo le digo «abuelita», ellos le dicen «abuela». En México, el diminutivo se emplea con ternura (por tanto, amor) para referirnos a algo o a alguien. Cabe mencionar que yo era el más chico de los nietos y sí, la edad va cambiando a la gente. Aunque cabe aclarar que todos quisimos y amamos a nuestra abuelita. Lo duro se va suavizando con el paso del tiempo. Pero, eso sí, todos coincidimos que, haya sido como haya sido con cada uno de nosotros, siempre fue una persona linda y que se preocupaba por cada uno de nosotros.

«La nostalgia ya no es lo que era» es importante tenerlo en cuenta para poder «curarnos» del pasado que nos atormenta. La vida siguió su camino y las cosas se quedaron atrás. Sí, hay cosas del pasado que definitivamente nos marcan, pero NO NOS DEFINEN NI NOS DETERMINAN. Cuando alguien dice «es que soy así porque en el pasado sufrí mucho», es entendible y triste, sin embargo, hay que entender que «no porque las cosas fueron de un modo, no significa que tengan que seguir siendo así». Es importante hablar las cosas y poder trabajarlas, para que de un modo se puedan resignificar y nos den la oportunidad de no repetir lo vivido con alguien más, que muchas veces «ni la culpa tiene». Todos pasamos por cosas que hubiéramos querido que fueran de otra manera, pero no fue así. Les vuelvo a compartir una cosa que dice el Dr. Irvin D. Yalom: «Hay que renunciar a la esperanza de un pasado mejor». Sólo así podremos dejar de cargar peso innecesario y alivianar el viaje de cada uno de nosotros hacia la vida que sí podemos elegir.