«Lo hice por amor…»

«Para gobernar a los demás, uno tiene que empezar por saber gobernarse a sí mismo».

-Aristóteles

Queridos(as) lectores(as):

Sin lugar a dudas, el nombre de Will Smith es el que más está en la boca de todos alrededor del mundo tras lo sucedido en la entrega de los Oscar 2022. Sin embargo, sabemos bien que no se debe a que haya ganado, por fin, la estatuilla a Mejor Actor por su película King Richard (2021), sino al golpe que le acomodó al cómico/presentador, Chris Rock, después de que éste hiciera un chiste sobre Jada Pinkett Smith (su esposa) y por su falta de pelo (alopecia declarada). Las reacciones no se hicieron esperar, hasta el punto en el que se dividió la crítica en favor o en contra de las acciones del Príncipe de Bel-Air.

Will Smith tras recibir el premio a Mejor Actor por King Richard

Pero, ¿realmente hay que hablar sobre esto que sucedió? En definitiva no se trata de algo menor, y menos tratándose de algo que se vio a nivel mundial en tiempos donde la violencia se ha desatado entre la humanidad. Sin embargo, no sorprende. Recordemos que el ello, como estructura de la mente, encierra la parte más primitiva, por tanto salvaje, del ser humano. De hecho, aprovechando la «justificación» de Will Smith, podemos dar mayor luz a esto: «El arte imita a la vida y al final parezco el padre loco y tarado. Pero el amor te hace cometer locuras».

Al justificarse

Sé y entiendo que muchas personas estén de acuerdo con la reacción de Will Smith por defender a su familia, a sus seres queridos, específicamente a su esposa. Sí, entiendo que el amor nos haga cometer locuras. Pero en lo que hay que tener mucho cuidado es en comprar la justificación de algo que es en sí la apología (defensa) de algo que no, es decir, la violencia. Puedo pensar que muchos de ustedes en este punto me reclamarían «¿acaso, Héctor, tú no hubieras hecho lo mismo?», y puede ser que sí, puede ser que mi reacción haya sido quizá no golpear a Chris Rock, pero sin duda se trataría de algo que reflejara mi incomodidad. Eso se llama «empatizar» con las víctimas. Pero, ¿queda exactamente claro quién es quién en esta situación? El comediante se limitó a seguir el guión que alguien escribió para ese momento, primer cosa que podríamos cuestionar: ¿dónde queda el criterio del comediante para saber discernir entre lo chistoso y lo que puede ser ofensivo?

Empezando por ese punto, sí podemos culpar a Chris Rock de ocasionar uno de los momentos más incómodos televisados a nivel mundial, pero, ¿dónde queda la responsabilidad del que escribió ese «chiste»? De hecho, ¿quién es? Es algo que hasta el momento se mantiene oculto, tan oculto como el hecho de por qué la Academia permitió que algo así se filtrara. No, no es para escandalizarnos y hacer de esto una quema de brujas, pero sí es importante ser coherentes con el discurso que estamos sosteniendo. Volvemos a centrarnos en lo dicho por el famoso intérprete de Hombres de negro (1997): «He recibido el llamado de amar a la gente y proteger a la gente, y ser un río para mi gente. Sé que para hacer lo que hacemos, tenemos que ser capaces de aguantar que la gente hable locuras sobre ti». Es bueno saber a lo que uno está llamado, pero es mejor saber serlo.

Will Smith abofetea a Chris Rock

Vamos a tomar esto de la justificación y decir las cosas como son. Cuando uno se justifica por un error cometido o algo en lo que ha fallado, no es para evitar quedar mal con el otro (cosa que evidentemente ya pasó), sino para evitar no quedar mal con uno mismo. «Perdóname que llegara tarde, pero es que no tomé el tiempo necesario…», «Te juro que lo quería hacer, pero me distraje…», etc. ¿Qué no acaso quien ama al otro debe evitar a toda costa el violentarle? Es como si dijéramos: «Te amo, por eso te pego». Suena raro, se ve mal, en definitiva algo no está bien.

Los discursos que compramos

Al principio he citado al filósofo griego porque me parece muy importante que tomemos en cuenta tal advertencia. El acto de gobernarse a sí mismo se refiere a tener un control racional de nuestras pasiones. De nada sirve que el ser humano se jacte de ser racional cuando se deja dominar por sus pasiones al punto de hacernos dudar de nuestro supuesto razonamiento. Ojo, aquí tengamos cuidado con algo: no podemos decir que se trata de un acto irracional porque sí fue pensado, sí hubo una idea de actuar de modo determinado ante la ofensa. En otras palabras, uno debe tener la capacidad de saber lo que está haciendo y medir las consecuencias. Cuando hablaba del anonimato del escritor del guión que siguió Chris Rock, hablaba también de la responsabilidad que no se consideró. «Es que es un chiste nada más», claro, pero en psicoanálisis sabemos que todo chiste oculta siempre una verdad que no podríamos decir en un tono serio porque seríamos automáticamente rechazados. Es decir, cuando contamos un chiste malicioso, ¿cómo lo empezamos? «Miren, no es por ser racista/clasista/machista/etc, pero ahí les va un chiste sobre eso…».

Algunas reacciones tras lo sucedido

Chris Rock compró un discurso que le llevó a quedar mal por el pésimo gusto del mismo. ¿Quién se burla de una enfermedad o discapacidad de alguien? ¿Seguimos pensando, entonces, que se trata nada más de un chiste? Y surge entonces el «ahora que lo pienso…», cosa que no sucedió cuando fuimos partícipes del chiste con nuestra risa. La incomodidad de Jada Pinkett Smith en su rostro es exactamente la misma con la que nosotros expresaríamos el malestar al sentirnos ofendidos, y peor aún, cuando se ríen por eso. ¿Dónde queda la coherencia entonces?

Ahora he leído que la Academia va a iniciar una investigación sobre lo sucedido, donde el autor desconocido es más que probable que pierda el trabajo, se levante una multa a Chris Rock, y que Will Smith… ¡hasta pueda perder el Oscar! Sí, «la justicia» se imparte de formas muy curiosas. «Se van a manchar (aprovechar) con ellos porque son negros», leí en Twitter. Bonita forma de expresar el racismo en un momento donde muchos saldrán a secundarle con un «sí, tienes razón». ¿Qué estamos comprando sin medir las consecuencias de ello?

Algo más hay ahí

Es curioso cómo muchos reaccionaron a lo que vieron con un «fue actuado». ¿Con qué fin sería eso? Es decir, las risas se apagaron de un momento a otro y la cara de Chris Rock al ver a Will Smith dirigirse a él, nos evidencia que en definitiva no fue actuado. Además, claro, de los gritos del actor de En búsqueda de la felicidad (2006): «¡Saca el nombre de mi esposa de tu pu… boca!». Insisto, fue un momento muy desagradable que se dio en un evento donde sólo deberíamos festejar al cine. Es triste pensar que algo así ensombreció los grandes e icónicos momentos que se vivieron en esta entrega del Oscar. Chris Rock y Will Smith serán los chivos expiatorios de los que se hablará por un buen tiempo. De hecho, los famosos memes se han hecho de un gran contenido y material para la elaboración de bromas sobre lo que sucedió. Al finalizar la ceremonia, la Academia pidió a los periodistas el no tocar el tema durante el festejo. Silenciando no hace sino empeorar las cosas, porque hay mucho que decir. De cualquier modo, los Smith no asistieron y desaparecieron del lugar, no sólo por la pena, sino por las sugerencias de sus encargados de relaciones públicas.

Will Smith no logra contener el llanto

Hay dos intervenciones que me llamaron la atención. Will Smith comentó que el también gran actor, Denzel Washignton, se le acercó y le dijo: «Ten cuidado en tus mejores momentos. Es cuando el diablo viene por ti». Justo lo que hablábamos sobre Aristóteles: el diablo son las pasiones que se desbordan y nos llevan a cometer actos reprobables. Por el otro lado, cuando el magnífico actor, Sir Anthony Hopkins con su clásico sentido del humor británico, remató: «Will Smith lo dijo todo, ¿qué más se puede decir?». Hay quienes tomaron estas palabras como un elogio a lo sucedido «por amor», sin embargo, en la experiencia de los años reflejada en el rostro del actor de Hannibal (2001), podemos advertir un cierto deje de elegante reclamo al recién galardonado actor: «Opacaste todo».

En fin, ya veremos dónde acaba todo este show mediático en los siguientes días. Pero algo que es seguro es que no se puede dejar de reflexionar sobre lo sucedido y evitar, a toda costa, perdernos en discursos que nos demuestren lo poco coherentes que somos en realidad después de tanta actuación social, y ver que no sólo hay un lado de la moneda.

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