«El amor es una alegría unida a la idea de su causa».
-Baruch Spinoza
Queridos(as) lectores(as):
Hoy nos toca hacer una reflexión sobre el famoso «amor imposible». Sin embargo, como habrán advertido en el título, agregué un «lo» entre ambas nociones. ¿Por qué? Porque en sí es algo en lo que nos detenemos a reafirmar la idea que tenemos sobre algo: lo que no puedo, lo que puede ser, lo que me gustaría, lo que temo, etc. De hecho, empecé con esta cita de Spinoza que encontramos en su libro Ética. Y aquí verán por qué. El hecho de amar a alguien se vuelve una alegría por su mera existencia. Esté o no esté con nosotros esa persona, el simple hecho de que sabemos de ella, hace que nuestro mundo (nuestra vida) se vuelva en verdad hermoso.
Quizá no lo recuerden o no lo tengan tan presente, pero hace ya varias entradas hablaba del tema de la añoranza, del anhelo, que tienen su base fija en la falta. Tiene mucho que ver con lo que Platón nos daba a entender en sus diálogos cuando se abordaba el tema del amor. Pero, ¿por qué no amar la existencia en vez de optar «amar» una ausencia?
Escribo este encuentro en respuesta a «Vivi», quien muy amablemente se puso en contacto conmigo para sugerirme el tema. «¿Pero qué pasa cuando esa persona que amamos apenas y nota que existimos?». Esa pregunta que tanto nos ha dolido a muchos. Me hace pensar en aquella canción del musical El Hombre de la Mancha, «El sueño imposible«.
Amar una idea
Cuando he hablado sobre esto con colegas de Filosofía o del mismo Psicoanálisis, por increíble que parezca, se ven renuentes a aportar lo que uno esperaría estando en confianza para un diálogo enriquecedor. «Es que lo que preguntas es impensable», «Claro que no se puede amar a alguien que no está», «¡Joder, estás loco, para qué perder el tiempo en alguien que ni si quiere le importas!», etc. Como verán, si de pesimismo queremos hablar, hay que comenzar con la desilusión personal para tratar de hacer morir la esperanza de los demás.

Me parece curioso que se olviden con tanta facilidad de lo que la Historia, la Literatura, la propia Filosofía y demás artes nos han logrado demostrar llegando incluso a inmortalizar. Empecemos por algo sencillo que se conoce como el «amor cortés». Esto tenemos registro en la Edad Media, en la que se expresaba un amor tierno, sincero, honrado, virtuoso y DESINTERESADO. Quedémonos con esto último. El noble caballero, valiente y fiel, elige a una dama que será su inspiración a la hora de batirse en duelo; esa dama quizá estaba comprometida o casada ya con otro, sin embargo, la idea del amor cortés radica en que aunque no sea nuestra esa persona, se vive, se pelea, se triunfa y hasta se muere por ella.
Siglos más tarde, los romanticistas y neorromanticistas, encontraron en este tipo de nociones sobre el amor, una herramienta primordial para poder narrar historias hermosas. Uno de mis eternos favoritos fue, es y será Edmond Rostand (1968-1918), a quien le debemos la obra teatral de Cyrano de Bergerac (1897), la cual nos cuenta la historia del amor imposible de Cyrano por su prima, Roxanne, y no sólo eso, sino la manera en la que consciente de ello, nuestro valiente y noble protagonista accede a ayudar a un joven soldado llamado Christian a que conquiste el corazón de ella. Esta obra ha sido llevada no sólo al teatro, sino también al cine. Una de las más emblemáticas es la que protagoniza el actor francés, Gerard Depardieu. La escena del balcón nos ayudaría a entender esta «renuncia» pero que permite a Cyrano expresar de manera indirecta el noble amor por su dama «imposible».
Lo imposible es no amar
Ahora que les he compartido este hermoso ejemplo de Cyrano, quisiera preguntarles: ¿alguna vez estuvieron en una situación parecida? Yo recuerdo mi propio caso cuando cursaba la preparatoria. Había una chica que nos gustaba a varios. Cabe señalar que estudié en una escuela de puros hombres. Pero de algún modo todos la conocíamos y quedábamos maravillados por lo bonita que era, además de ser buena persona y muy agradable. Un día, ella me dirigió la mirada y la palabra (¡triunfé -me dije-, me hizo caso!). De los hombres con los que frecuentaba, con quien más confianza tenía era conmigo. Pero la historia bonita que me hubiera gustado compartirles, en realidad terminó haciéndome probar el amargo sabor de la famosa friend zone (la zona del amigo).

Un día, estando en un café, me confesó que ella estaba enamorada de otro, que casualmente era uno de mis mejores amigos. Entre el dolor y la tristeza de mi desilusión, pero también la alegría y orgullo por la suerte de mi amigo (aunque la envidia es envidia, nada de que «de la buena»), sólo pude sonreír y dar un rostro que no expresara un corazón roto (el orgullo es el orgullo). Cuando mi amigo se enteró del amor de ella, sin saber lo que yo sentía por ella, se acercó y me pidió que le ayudara a escribir una carta y algún problema para dedicárselo a ella. ¡Qué cosa, cómo se atreve! Por eso es que me identifico con Cyrano, al igual que sé que muchos de ustedes han pasado por cosas similares en algún punto de su vida. Creo que terminaron saliendo y después ya no supe qué fue de ellos.
Pero recuerdo que al momento de escribir esa carta y ese poema, pude identificar el amor cortés, y lo hice con total entrega y con los mejores deseos para ella (y también, aunque a «regañadientes» por mi amigo). Me decía «mientras ella sea feliz, fantástico, aunque no sea conmigo». Ya pueden dejar de sentir lástima por mí, queridos(as) lectores(as) jaja.
Tú ama, que serás amado(a)
Ciertamente la noción del amor cortés no es algo que uno quisiera vivir de por vida. ¿Y cuándo llegará el amor? ¿Llegará? Hoy más que nunca, parece ser que esa búsqueda se atenúa por la soledad en nuestras vidas. Sin embargo, hay que saber y entender que ningún amor debe pensarse para una cosa tan utilitarista. Por eso es importante sostener el amor propio en nuestra vida, ya que de no hacerlo, cuando la friend zone se haga presente, podríamos llegar a hasta humillarnos con tal de que esa amada persona nos ame, como si quisiéramos hacerle sentir culpable de nuestro dolor. Cuando caemos en cosas así, perdemos en realidad dos amores: el del otro y el nuestro. Lo que nos rescata, como bien dice mi querido Gabriel Rolón, es la dignidad.
El amor no sólo busca, se deja encontrar. Y esto último, lo olvidamos con bastante frecuencia. Además, ¿quién nos asegura que no somos ese «amor imposible» de alguien más? No olvidemos que no sólo existen puertas, sino también ventanas.
«Vive por la imagen que alienta y justifica todas tus proezas», como diría el Quijote.

Así es, tal cual lo defines…somos puertas y también tenemos nuestras propias ventanas 👌 gracias por compartir esta interesante reflexión.. saludos naturales 😉
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Hay que pensar siempre en que no somos sino posibilidades. Creamos en ello. Un abrazo, natural.
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Al igual que tú, por aquí tambien creemos firme la mente en ello…otro abrazo, natural la mente.
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