Queridos(as) lectores(as):
Hoy que es aniversario de Freud, no quería dejar pasar la oportunidad de compartir una reflexión personal sobre la labor psicoanalítica, y desde el punto de vista de un analizando (paciente):
No hay nada como tener a la semana un espacio de 55 minutos (a lo máximo), muy íntimo, muy personal, donde uno tiene la oportunidad de ser sí mismo, sin la presión de los demás, sin los prejuicios y los juicios que atormentan día a día. Un espacio donde puede haber sonrisas, bellos recuerdos, reflexiones serias, así como lágrimas, dolor y mucha tristeza. Pero que al final se combinan y traen una fortaleza inexplicable.
El psicoanálisis, al final, es un acto de amor donde dos inconscientes se encuentran y enfrentan, una dialéctica que da paso a un «seguir siendo». Muy apegado al existencialismo que expone que nunca se es sino que se está siendo. Acostarse en el diván es un entregarse a la muerte para dar paso a la vida. Quizá muchos no entiendan esto último que digo, pero el experimentar esto es simplemente algo subjetivo y que da paso a muy bellas e interesantes confesiones.
Gracias, Dr. Freud, por darnos una herramienta muy valiosa para seguir siendo. Gracias, sobre todo, porque si no fuera por el valor que tuvo de analizar (junto con Fliß) sus propios sueños, no sabríamos qué hacer con los nuestros. Gracias de parte de alguien que sigue trabajando, entre el dolor y la pasión de seguir viviendo.
Parafraseando a Lacan: «Sólo Freud tuvo las agallas de exponerse ante los demás».

