Queridos(as) lectores(as):
Como muchos de ustedes sabrán, se acerca el 2 de noviembre, fecha en la que en México se celebra el tradicional Día de Muertos. Tradición de fuertes raíces religiosas tanto prehispánicas como católicas, de hecho, está profundamente relacionada con el Día de los Fieles Difuntos y el Día de Todos los Santos. Sin embargo, esta tradición es algo que es muy complicado explicarle a un extranjero, ya que nuestra simbolización es meramente nuestra, de nuestro propio imaginario colectivo y de una esperanza más allá de la muerte misma: volvernos a encontrar.
El Día de Muertos ha llegado a tocar muchos corazones a lo largo del mundo gracias a Disney y a su película Coco, misma que nos regala una canción que, al menos a mi parecer, relata de manera sencilla y directa lo que la tradición nos hace valorar en cada uno de nuestros corazones: Recuérdame. Esta película recibió un cálido recibimiento tanto por parte de creyentes como de no creyentes, además de mexicanos y extranjeros. De hecho, hace poco se estrenó la película Día de Muertos, que también vale mucho la pena ver, para también apoyar lo nacional.
En fin, en esta ocasión quisiera compartirles una carta muy personal, misma que escribí hace unos años. Agradezco su generosa lectura y espero, de corazón, pueda llegar al de ustedes.
A ti, que por ahí me esperas…
Te diré que no pienso poner resistencia, que no pienso poner pretextos y que no pienso, de ninguna manera, negarme a aceptar tu invitación. No te temo, al contrario, pienso que cuando tú llegues será el día en que por fin podré descansar, ¿de qué? De todo, pero sobre todo, de mí mismo. Seguramente será cuando menos lo piense, o quizá serás como aquel grosero invitado que prolonga su llegada hasta que el anfitrión se llega a impacientar. No lo sé, sólo tú. Pero, también te diré que estaré ansioso porque, al menos eso creo, quizá podré reencontrarme con quienes ya se han ido, familiares y amigos, pero sobre todo con aquellos que tanto admiré a lo largo de mi vida: músicos, escritores, filósofos, poetas, etc.
¿Pero qué pasará con los que atrás se quedan? Sin duda será algo triste y doloroso, para los que me amaron y quisieron, pero también será motivo de alegría para los que no me quisieron, o mejor dicho, para quienes no lograron entenderme. Habrá lágrimas y sonrisas, pero al final, existirá una ausencia. Diles, a modo de secreto, que las ausencias son oportunidades de recordar, no lo malo, sino aquellos bellos momentos que pasamos juntos y en los que pudimos ser felices (aunque varias veces no nos diéramos cuenta de esto último).
Claro que extrañaré todo lo que se queda atrás, incluso las cosas tristes y dolorosas, ya que de no hacerlo, creo que estaría negando la propia vida. Quien pretende que la vida sea sólo algo digno de agradecer por cosas buenas que le pasan, es que no logra comprender que todo se agradece, porque los momentos difíciles son aquellos que más nos enseñan, que nos hacen ser fuertes para seguir luchando. Oh, querida muerte, en verdad siento y espero que cuando llegues, no sea como yo quiero, sino como tenga que ser. Pero, eso sí, sólo te pido que sea de una manera en la que pueda mirar tranquilo al cielo y pueda recordar en ese breve instante a mis amados, a mis queridos, a mis amigos. Cuando toques la puerta, hazlo con seguridad y firmeza, pues abriré gustoso y te abrazaré con amor, ya que presiento que serás la visita que viene a quererme, bondadosa y cálidamente, para llevarme a donde tenga que ir.
Por último, sin más, sólo te pido que ese día tan especial, el sol brille. Que los pájaros canten su última melodía para mis oídos, pues el concierto de la naturaleza puede ser mi último regalo. Iré, con Dios o a la nada, pero iré. Y, al final, tendré una sonrisa en mi rostro, pues habré acabado la gran poesía que mis padres empezaron a escribir cuando abrí mis ojos por primera vez. Y sé que habrá flores, muchas. Sin embargo, me parece justo decirte que aunque mi cuerpo fallezca y mi alma ascienda a otro plano existencial, algo de mí queda en el latido de quienes nunca sabrás ni sus nombres ni sus rostros, ahí está mi victoria, ahí está la razón por la que no temo tu visita. ¡Es así como seré inmortal!
Jaque mate…
Héctor
