Comencemos con un relato budista:
Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo:
-Me han dicho que tú eres sabio… Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas.
El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo.
-Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio- le contestó el hombre, sorprendido.
-Yo no lo creo así- le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.
(Tomado de Rincón del Tibet)
Queridos(as) lectores(as), ¿por qué vivimos tan atareados? ¿Por qué vivimos tan rápido la vida que nos toca? ¿Qué prisa tenemos? En entradas anteriores comentamos el tema de la inmediatez, cosa que podría contrariarnos con la intención del texto de hoy. Pero diferenciemos la vida de lo que vivimos (y cómo lo vivimos). La diferencia es importante porque tal parece que hoy, en plena posmodernidad donde se apuesta por la diferencia, irónicamente cuesta diferenciar las cosas. Y no es lo mismo lo que hay a lo que hacemos con ello.
Mis lecturas y estudios me han llevado a ir descubriendo a un psicoanalista francés, Jean-Charles Bouchoux (Los perversos narcisistas), quien se ha ido convirtiendo en una de las voces autorizadas para hablar sobre la práctica de origen freudiano y la relación con la meditación. Además de la lectura mencionada, he estado leyendo (y francamente disfrutando) otro texto, Por los caminos de Buda y Freud. Dicho texto, que es un breve acercamiento al budismo y su relación que encuentra el autor con el psicoanálisis, cuenta con varios ejemplos y casos, ricos en contenido, de los que podemos encontrar varios puntos de reflexión, partiendo de la premisa «transformar el dolor en sabiduría con la meditación y el psicoanálisis». La vida es dolor, eso en el budismo, y lo cierto es que podemos encontrar verdad en ello independientemente de las creencias que tengamos o de las que carezcamos.
Jean-Charles Bouchoux nos comparte la siguiente reflexión:
¿Cómo encontrarse?
-Existe la ignorancia y existe el karma. Existe el zen y existe el psicoanálisis. ¿Cómo encontrarse? El velo de la ignorancia puede caer con la práctica del zen pero, ¿podemos liberarnos del karma?
-Como si de un río se tratase, la energía del karma fluye… Paciencia y confianza: continuidad con zazen.
-¿Debo creer en vidas anteriores?
-El pasado ha dejado de existir, el futuro aún no existe. Concentraos en el aquí y en el ahora. Si queréis conocer vuestro pasado, observad vuestro presente: es la consecuencia de vuestro karma, de la energía presente generada en el pasado. Si deseáis conocer vuestro futuro, observad vuestro presente: vuestro futuro será consecuencia de vuestras acciones presentes.
Escucho mucha angustia, mucho dolor en cada una de las pláticas de mis familiares, amigos y alumnos, quienes sostienen muy presente el futuro que no ha llegado. Cierto, es de todo buen hombre y de toda buena mujer prudente el tener visualizado el futuro para poder anticiparse a cualquier cosa que pudiera acontecer, pero lo cierto es que es dudoso, nunca es del todo exacto. Las hojas de los árboles inevitablemente han de caer, pero no sabemos cuándo ni por qué. Planear la vida es un acto que muchos queremos hacer, siempre pensando en circunstancias favorables, casi nunca pensamos en cosas malas porque «no queremos». Pero el futuro es en totalidad incierto. A veces bueno y gentil, a veces cruel y despiadado. La perspectiva subjetiva gobierna.
Pensar demasiado las cosas es no pensar las cosas, porque vamos más allá de lo que hay y muchas veces todavía ni siquiera gozamos o padecemos eso. Vivir el presente nos puede ayudar a fortalecer el camino a seguir, a sentirnos un poco más seguros (y aún así no lo estaremos). Después «que venga lo que venga y como venga».
«No insistas en el pasado, no sueñes con el futuro, concentra tu mente en el momento presente».
Buda
Aprende del pasado, sí, para que no repitas los mismos errores en el presente y puedas vivir el futuro, con los nuevos errores. Cada error es una enseñanza, cada enseñanza una oportunidad para aprender a vivir.
